Por: Gustavo Mejía
Silbas por el pasto,
gritas por el viento,
haces vibrar el monte,
y sacudes mis entrañas.
El barro de mi conciencia,
ensucia el mármol de tus virtudes,
la escultura de tu voz,
es el cincel de mis gritos.
¡Canta!
esculpe la roca de mi paz.
¡Grita!
sacude las telarañas de mi piel.
Vistes de oscura transparencia,
de ahumada luz tiñes tus campos.
Caminas como si bailaras,
Cantas, solamente cantas.
¡Caminas!
y sacudes de nuevo mis entrañas.
¡Murmuras!
y comienzas la escultura de mi paz.
Cantas por el monte,
apartando las venas verdes,
sacudiendo el barro de mi piel,
¡cantas!... solamente cantas.
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