Por: Gustavo Mejía
Solamente hay una forma de decir algo,
la única forma de decir las cosas,
la forma monolítica y simple,
palabras claras de cinco letras.
Pregúntale al viento,
a ver que te dice cuando golpee tu cara.
Grítale al sol,
talvez escuchas algo en medio de tu ceguera.
Háblale a las estrellas,
quizá sentirás el sonido de su tibia luz.
La tranquilidad del hielo,
hace que te quemes con sólo sentirlo.
La torpeza del fuego,
congela tus ánimos intrépidos.
Las letras que dejas detrás de ti,
hacen que te lea sin que siquiera digas nada.
Ahora que solamente somos cinco,
la tranquilidad y la torpeza,
salen sobrando apenas.
La animosidad y el sonido,
son mas necesarios que nunca.
Y aquellas palabras de cinco letras,
sencillamente son indispensables.
La fría tranquilidad de tus noches,
el pasivo calor de tus días,
el sonido de la luz al pasar por el viento,
apenas son ya importantes.
La lluvia cae de nuevo,
su persistencia me abruma,
el silente sonido hueco de cada gota,
eleva mi soledad hacia el ruido.
El ruido simple de tu sencillez,
el golpeteo fugaz de tus dados.
Efectivamente somos cinco,
simplemente dados botados al azar.
¿Aprendiste ya tu lección?
Voltea hacia el sol y dile algo,
talvez en medio de la ceguera
le escuches decir cinco letras,
juntadas por algún tahúr francés.
Monday, May 10, 2010
Canta
Por: Gustavo Mejía
Silbas por el pasto,
gritas por el viento,
haces vibrar el monte,
y sacudes mis entrañas.
El barro de mi conciencia,
ensucia el mármol de tus virtudes,
la escultura de tu voz,
es el cincel de mis gritos.
¡Canta!
esculpe la roca de mi paz.
¡Grita!
sacude las telarañas de mi piel.
Vistes de oscura transparencia,
de ahumada luz tiñes tus campos.
Caminas como si bailaras,
Cantas, solamente cantas.
¡Caminas!
y sacudes de nuevo mis entrañas.
¡Murmuras!
y comienzas la escultura de mi paz.
Cantas por el monte,
apartando las venas verdes,
sacudiendo el barro de mi piel,
¡cantas!... solamente cantas.
Silbas por el pasto,
gritas por el viento,
haces vibrar el monte,
y sacudes mis entrañas.
El barro de mi conciencia,
ensucia el mármol de tus virtudes,
la escultura de tu voz,
es el cincel de mis gritos.
¡Canta!
esculpe la roca de mi paz.
¡Grita!
sacude las telarañas de mi piel.
Vistes de oscura transparencia,
de ahumada luz tiñes tus campos.
Caminas como si bailaras,
Cantas, solamente cantas.
¡Caminas!
y sacudes de nuevo mis entrañas.
¡Murmuras!
y comienzas la escultura de mi paz.
Cantas por el monte,
apartando las venas verdes,
sacudiendo el barro de mi piel,
¡cantas!... solamente cantas.
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